Ya están aquí

Berta Iglesias Varela

En estos tiempos que se avecinan, o que, remedando la voz de aquella mítica película de fantasmas, “ya están aquííi”, nos preguntamos, a veces con un puntito de desesperanza en el estómago, qué caminos debemos tomar para vivir una vida digna en estas condiciones. Si el caos climático nos sorprende, si la crisis económica nos golpea, si nuestros vecinos se vuelven fascistas, ¿qué necesitamos?, ¿en qué debemos militar?, ¿qué planes estratégicos tenemos que diseñar?

Resulta evidente que necesitaremos comunidad y bienes comunes. Hay que defenderlos, porque la ofensiva privatizadora e individualista es brutal y constante. Necesitamos redistribuir, porque se empeñan en acumular.

Autogestión no puede faltar, en un mundo de democracias gastadas y devaluadas. La verdadera participación, la que nos hace libres y, a la vez, nos vincula, es autogestionaria, local, pegada al barrio, a la comarca.

Desobediencia. Ante leyes injustas, programas opresores. Necesitamos sacudirnos de encima esa capa de normatividad que hemos mamado desde siempre, para aprender a desobedecer y boicotear.

Protegernos de la represión. En un mundo de recursos cada vez más escasos y más concentrados en unas pocas manos, desobedecer, alzar la voz, defender el territorio, conlleva represalias, censura, cárcel. Necesitamos redes de apoyo, cajas de resistencia.

Cultura e información veraz. Libre de censura. Ante la avalancha de informaciones inconexas, fake news, busquemos las radios libres, las editoriales chiquitas con mil pequeños puntos de entregas, las distribuidoras que van en coches chiquitos y dejan cajas en las casas amigas.

Alimentación saludable. Porque… comer habrá que comer. Y mejor que sea saludable para nuestros cuerpos, nuestros pueblos, nuestro planeta, ¡y nuestras almas! Necesitaremos semillas, de lechugas, de lentejas, de puerros, y de amistad, de cuidados, de festejos, de redes.

Cuidar y defender el territorio. Plantarle cara a los grandes proyectos estratégicos, al turismo desaforado, a las macrogranjas. Y a la vez, plantar tomates, plantar tiendas de campaña para acoger o para montar una escuela. Plantar flores porque nos da la gana.

Antifascismo. De esto, por desgracia, nos va a hacer falta mucho. Antifascismo de confrontación y también el antifascismo que cubre las necesidades básicas, para que no prolifere el odio a quien es diferente. El que lucha codo con codo desde abajo.

Antirracismo. Anticolonialismo. Migraciones, en este contexto de crisis múltiple y sistémica, va a haber muchas, en condiciones cada vez más precarias. Hay que prepararse para acoger, acompañar, denunciar el racismo estructural y el colonialismo cultural y extractivista.

Feminismos. Estos hacen falta siempre. Que no se nos olviden.

Puentes entre el campo y las ciudades. Vaciar las ciudades,

vaciar los centros, vivir las periferias, vivir la ruralidad en cada barrio, en cada pueblo.

Poesía. Mucho teatro y mucha poesía. Mucho sentimiento.

Comprendernos y querernos en la interdependencia. Saber que no somos nada en solitario. Que somos mucho, porque nos juntamos, nos vinculamos.

Esperanza. Porque, viendo que esos desastres que nos amenazaban ya están aquí, ya llevan aquí, allí y en todas partes mucho tiempo, es fácil desanimarse, desistir, sentirse en la derrota.

Parecen muchas cosas, ¿verdad? Sobre esto, hay mucho y muy sesudo escrito, pero siempre nos da la impresión de que son teorías, que lo difícil es ponerlo en práctica. ¿Qué significa exactamente construir la utopía?

El secreto, los secretos, de todo esto que debemos aprender y construir, están entre estas páginas. Ya están aquí, también. Todo eso, está inventado, puesto en marcha, mejorado, vivido. Estas páginas nos transmiten los caminos ya recorridos por las gentes que conforman esta constelación coordinada a la que llamaron Baladre. Los capítulos de herramientas nos enseñan cómo se pueden poner en práctica, en forma de proyectos duraderos, maduros, todas estas cuestiones. Los grupos nos cuentan sus historias, que son historias de autogestión, de cuidados, feminismos, antirracismo, desobediencia, acogida,… por todo el territorio. Los sentipensares nos permiten vislumbrar qué redes, qué cariños, cuántos aprendizajes y cuánta esperanza se han derivado de cruzarse y enredarse en este Baladre que vive. Son cuarenta años de vivir la utopía concreta en lo imperfecto estructural que nos rodea. Enhorabuena, y, de corazón, gracias.

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