Juan G. Luján . Tamarán, Septiembre 2023
Viernes 9 de julio de 2021. La prensa dice que “Canarias registra el número de casos más alto de contagios con 513 en un solo día. Gran Canaria sube la alerta sanitaria a nivel 2 y cierra el ocio nocturno”. También cuenta que “Europa premia a Moya por el apoyo de sus vecinos a los migrantes”. ¡Qué bien, la Europa fortaleza que impone leyes de extranjería, la Europa que en 2020 pidió al reino de España que no dejara salir a los migrantes africanos de Canarias, que los mantuvo durmiendo en el suelo del muelle de Arguineguín (Gran Canaria) o en viejos cuarteles embarrados en las zonas más frías de Tenerife, esa misma Europa premia a vecinos de Moya por actitudes solidarias con personas migrantes.
Sábado 10 de julio de 2021. La prensa dice que “En Canarias se diagnosticaron 540 nuevos contagios por covid, por segundo día consecutivo se produce un récord de casos” aunque, menos mal, oficialmente no hubo ninguna persona muerta por el virus. Pero, lo peor de todo, “Alemania sitúa al archipiélago en la ‘lista negra’ del turismo por la alta incidencia del covid”. En este punto el cronista se quita la mascarilla, necesito que me veas la cara para que entiendas que hablo en tono irónico. Canarias es un país de contradicciones. Lamentamos que los africanos pasen por las islas en su camino hacia el sueño europeo, y celebramos que los europeos sueñen con venir aquí a follar en las Dunas de Maspalomas, emborracharse en pubs ingleses y bares alemanes y hagan rutas safaris en algunos barrancos del sur sobre restos arqueológicos del pasado africano que no fuimos.
El domingo 11 de julio la prensa dice “El Nelson Mandela refuerza sus defensas para recibir grandes petroleros”. Pero ¡cuidado!, sin ironías ni mascarillas te cuento que aquí Nelson Mandela no es un libertador africano, sino una mole de cemento en forma de dique de puerto, que recibe a buques que traen combustibles de África, ese continente que dicen que es pobre. El combustible no es recluido, ni abandonado en el muelle, ni se le impide seguir circulando a Europa. El combustible africano es más libre que los africanos que quieren hacer el mismo recorrido. El dique Nelson Mandela está en el mismo Puerto de la Luz y de Las Palmas donde llegan cruceros de ricos europeos y norteamericanos al lado mismo de unos almacenes en los que la ONU prepara material que llega de la caritativa Europa para lo que llaman cooperación con el continente africano.
Mientras la prensa habla de la pandemia, de las restricciones, de los contagiados, de los alemanes que no querían venir, de los africanos que no queremos tener aquí, del Nelson Mandela de cemento… En la conocida como Casa Sindical (antigua sede del sindicato vertical franquista, hoy espacio para uso de los sindicatos UGT y CCOO) nos juntamos un grupo de personas convocadas por la III Escuela de Acción Social Crítica y Transformadora. Fuera hablaban de pandemia, de muertes, de restricciones, nosotras respondíamos con la vida. En los talleres nos tocábamos con las miradas, intentábamos escuchar nuestras voces que salían detrás de la mascarilla, nos acercábamos guardando las distancias, nos separábamos juntando las miradas. Qué tiempos tan raros vivíamos fuera y dentro de la Casa Sindical.
¿Cómo estar unidas en la lucha cuando las autoridades nos obligaban a separarnos con decretos de estado de alarma?¿Cómo responder con la vida a las noticias de las muertes por covid que transmitían en directo la tele y la radio y que los periódicos ponían en letra impresa?¿Cómo juntar nuestros cuerpos si en cualquier momento podía aparecer un policía a multarnos o un ciudadano a denunciarnos por contribuir de forma irresponsable a batir los récord de contagio?
Diccionario de pandemia
El diccionario de la pandemia llenaba las conversaciones afuera (restricciones, alarma, contagio, muerte, virus), dentro de la Casa Sindical nosotras compartíamos otras palabras: vida, lucha, comunitaria, soberanía, cuidados, comunicación, belleza, arte, solidaridad, rebeldía…
Para que se cumplieran los decretos del gobierno ellos tenían a sus policías de uniforme y a los vigilantes de los balcones, para aprender y aprehender, para compartir y para buscar alternativas a las necropolíticas sociales nosotras teníamos al Sindicato de Inquilinas, Rehoyando, Harimaguada, Radio Pimienta, Baladre, Red Canaria por los Derechos de las Personas Migrantes, Escuela Libre de Teatro, Barrios Orquestados, Teatro de Acción Social Rebumbio, Acción Social Antirracista…
El viernes, mientras la gente comentaba preocupada la noticia del récord de contagiadas, nosotras hacíamos un taller donde se puso en el centro el cuerpo y los cuidados. Con Irenela pudimos bucear con nuestra voz como herramienta de comunicación. También conocimos a la comunidad “La Esperanza”, el documental “Precaristas” que nos contaba la historia de la gente que desde hacía 4 años vivía en un edificio okupado en Guía (Gran Canaria), una experiencia de lucha de la mano del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria y la Federación Anarquista de Gran Canaria.
El sábado reflexionamos qué comen las que malcomen, sin olvidar que además de los cuerpos debemos cuidar la tierra, y mejor hacerlo trabajando por la soberanía alimentaria. También hay que cuidar el alma con la cultura, con el teatro y la música que no son evasión, sino compromiso y vida comunitaria. ¿Quién dijo que la lucha y la belleza no pueden andar juntas? Por eso nos planteamos embellecer la vida, con el arte y la acción social de la mano. Como en el poema de Gioconda Belli
“Cosas quiero/ como una gran ola de ternura/ deshaciéndome/ un ruido de caracol/ un cardumen de peces en la boca/ algo de eso/ frágil y desnudo/ como una flor a punto de entregarse a la primera luz de la mañana”.
Y también nos rebelamos contra las fronteras en una acción en la playa de Las Canteras, y conversando y escuchando a “Canarias Libre de CIEs”, Red por los Derechos de las Personas Migrantes en Canarias y la gente de Santa Lucía que lleva el programa “Stop Rumores”.
Y llegó el domingo donde repasamos lo vivido desde el viernes. Salimos a las calles, por fuera éramos cuerpos con mascarillas en una isla africana, intentando estar ajenos a los titulares de la prensa. Por dentro llevábamos lo compartido, lo cantado, bailado, lo sentido, lo aprendido estos días. La prensa repetía los titulares del viernes, pero nosotros sentíamos que éramos distintos después de tres días en la Escuelita. Al fin y al cabo –escribió Eduardo Galeano– somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.