Las escuelas de acción social crítica y transformadora

Verano de 2018. El Centro Social Luis Buñuel de Zaragoza acogía la primera edición de la Escuela de Acción Social Crítica y Transformadora bajo el lema “Si no hubiera privilegios no habría miseria”. Meses atrás, en la misma ciudad, se había celebrado un congreso que había reunido a montonazo de profesionales de lo social en el que participaron varias baladrinas. Una de las actividades de dicho congreso dinamizada por Koldobi tuvo muy buena acogida. Tras ese taller varias baladrinas se formularon una pregunta que buscaba dar continuidad a lo vivido aquellos días ¿y si organizamos nosotras una escuela de acción social en Zaragoza?

En poco ya teníamos el apoyo de gentes de la ciudad y de las compas del centro social Luis Buñuel. Empezaba la rueda a girar. Las conversaciones iniciales se convirtieron en reuniones que desembocarían en la primera escuelita. El primer lema sería uno muy baladrino y que nos ha acompañado en estas décadas: “Si no hubiera privilegios no habría miseria”. Intuición y necesidad se cogieron de la mano en aquellos momentos. Para las personas que participamos en Baladre (algunas en el mercado empleadas con títulos “sociales”) los enredos y las relaciones con profesionales de lo social (trabajadoras, educadoras, integradoras, psicólogas…) han sido un continuo. Con las escuelitas queríamos disputar el espacio de los dueños del saber que emiten sin escuchar a las que padecemos sus proyectos e intervenciones. En las escuelitas buscamos crear un espacio lo más horizontal posible en el que se compartan saberes, vivencias y reflexiones desde los que ensanchar grietas que nos permitan salir del sistema.

Desde el inicio hemos creído en la mezcla, de ahí buscar siempre aliadas con las que organizar la vida. Para nosotras ha sido muy importante el diálogo con el mundo profesional, al que vemos escorar en los últimos años hacia posiciones que criminalizan a las pobres y afianzan dinámicas de control social. Es por eso que con estos encuentros, que llamamos escuelas, buscamos entrar en contacto con personas que están por otras formas de entender la acción social escapando de lo normativo, lo dominante, lo mayoritario; es decir, de todo lo que refuerza el sistema capitalista, militarizado, heteropatriarcal, racista, colonialista, ecocida y biocida.

Las dos primeras ediciones de la escuelita se celebraron en Zaragoza (2018 y 2019), el año siguiente fuimos hasta Rubí (Barcelona), en 2021 viajamos hasta las Islas Canarias, en concreto a Las Palmas de Gran Canaria y, de isla a isla, en 2022 Palma de Mallorca nos acogió.

La última escuela, hasta 2023, ha sido la celebrada en Coia (Vigo) bajo el lema “Comunidad es seguridad”. En la web asct.coordinacionbaladre.org tenéis toda la información sobre las ediciones celebradas. Para facilitar el conocimiento de esta herramienta compartimos tres crónicas de la celebrada en los locales parroquiales del “Cristo da Vitoria” en Coia.

Recién comienza el verano y en Baladre los cuerpos nos piden escuelita. Hace 6 años el Centro Social Luis Buñuel de Zaragoza acogía la primera edición de la Escuela de Acción Social Crítica y Transformadora, fue bien la iniciativa ya que ayer viernes empezamos la sexta edición cuyo lema es “Comunidad es seguridad”. Hasta Coia –recuerden #CoiaIsNotVigo– hemos venido personas de muchos lugares: Irún, Alacant, Madrid, Canarias, Ferrol, Compostela… para crear reflexión y acción colectiva.

Como previo al inicio de la escuela el jueves presentábamos en el Café UF el libro “Poniendo la vida en el centro”, libro que recoge letras de varias que participaron en la pasada edición de la escuelita que celebramos en Mallorca. El viernes fueron llegando personas por diferentes medios y después de comer estuvimos dejando los locales parroquiales del “Cristo da Vitoria” preparados.

Tras los (re)encuentros, las inscripciones y el hojeo de libros nos juntamos para presentar el trabajo del fin de semana y arrancar con el primer bloque titulado: “Saquemos las armas de nuestras vidas”. Marifé nos habló del trabajo de diferentes colectivos en los que participa desde una mirada antimilitarista y Diego presentó el incipiente trabajo del colectivo SinPoli que busca como despolicializar nuestras vidas. Tras las exposiciones nos fuimos en pequeños grupos en los que se tomaron los hilos lanzados por las compas.

Acabamos la jornada con los alimentos llegados desde Outro Conto. Dejamos aquí una breve explicación que aparece en su web: “es un proyecto que combina la oferta de menús deliciosos y saludables a domicilio para toda la semana y el activismo contra la cultura de dieta, la presión estética contra las mujeres y el terrorismo corporal ejercido sobre todos y todas por parte de las instituciones del poder”.

Antes de cenar las personas se movían en la sala. Una dinámica nos servía para valorar esta edición de la escuelita celebrada en Coia. Abrazos, agradecimientos, sonrisas. Expresiones que dejaban de manifiesto una idea varias veces repetida: la necesidad de alimentar lo colectivo, lo comunitario frente al “infierno que habitamos todos los días”.

El día fue completito. Empezamos la mañana poniendo los cuerpos en funcionamiento de modo cooperativo. “Cooperar para hacer comunidad” era el título del primer bloque del día en el que Ana y Fedra nos presentaron A Morada. Con su compañero Majo impulsaron una cooperativa social en Vigo que ofrece a las “mulleres un espazo de encontro, un lugar de lecer, asesoramento e formación, conectado coa comunidade e onde os coidados estean no centro”. Tras su emocionante y sugerente explicación nos fuimos a trabajar en grupos sobre las potencialidades/límites del cooperativismo y del empleo para transformar nuestras sociedades.

La parada de media mañana dio paso al bloque “Sin fronteras más libres”. Angy y Yámini de la Casa Comunitaria Aluandê facilitaron la tarea. Las palabras dejaron más espacio a los cuerpos, otra forma de acercarse a la violencia que padecen aquellas que transitan de sus países de origen a otros territorios. Después pudimos conocer con más detalle los trabajos que desarrollan desde Compostela la casa Aluandê, un espacio afrocentrado y antirracista en el que desarrollan diferentes actividades. Llegadas desde Ferrol y también desde Compostela escuchamos a las compañeras explicarnos la tarea de la asociación “Movilidad Humana”. Dignificar el empleo doméstico, acoger a las que llegan, acompañar en los trámites burocráticos y muchas acciones nos animaron a seguir denunciando las violentas políticas migratorias de la UE y a crear comunidades acogedoras.

La comida de Outro Conto sirvió para continuar reflexiones y compartir dudas. En la tarde Koldobi nos ayudo a despejar la modorra con movimiento para entrar en el bloque: “Infancia peligrosa, infancia en peligro”. Cintia nos acercó la vida de las canijas en los centros de protección así como los límites que provoca el sistema de protección para todas las que interaccionan dentro de él. Fran y Susana compartieron su experiencia como familia acogedora dentro del programa “En familia”. Los relatos dieron pie a muchas dudas y reflexiones que se atendieron en gran grupo. Enorme la generosidad de muchas de las participantes que compartieron vivencias, algunas muy desgarradoras, que dejaron de manifiesto la necesidad de retomar la atención a las vidas de estos niños y niñas.

Marifé y Maui nos presentaron en una tarea ingente las reflexiones de lo trabajado en los dos días. Conocimos el interés de las gentes de Alacant por acoger la siguiente edición de la escuelita y antes de cenar evaluamos y fuimos despidiendo a algunas de las participantes.

Pensamos que unas letras que nos trajo Koldobi recogen mucho de lo sucedido en estos dos días:

el infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio

Italo Calvino, Ciudades invisibles

Tras la intensa jornada del sábado en la que ya hubo varias despedidas amanecíamos el domingo desayunando juntas. Tras coger fuerzas nos presentamos en la entrada de “la parro” para pasear por calles y caminos del barrio conducidos por Edu.

Iniciamos en la puerta del Instituto Alexandre Bóveda –conocido como el “Coia 2” por muchas– presentando una de las placas del Roteiro por Coia. Varios docentes de ese instituto llevan años con un proyecto que busca poner en valor la memoria del barrio y compartirla con toda la comunidad. Desde hace varios cursos hacen el “roteiro” con el alumnado y cada año centran el interés en algún aspecto concreto. Lavadoiros, industria, cuidados, arquitectura han sido algunos de los temas abordados.

Continuamos después hasta el parque de “A Bouza”. Un espacio muy importante para las vecinas, ejemplo de que las luchas obtienen frutos. En un barrio con alta densidad de población querían construir más torres, pero años de resistencia continua consiguieron este parque que ahora disfrutan cotidianamente personas de todas las edades.

Seguimos luego hasta el camiño Figueirido. Las calles dieron paso a caminos que hablan de que antes de la construcción del polígono el territorio estaba formado por casas y “leiras” que conformaban una parroquia rural. Tras parar en el lavadoiro continuamos hasta la rotonda de Castelao en la que encontramos el barco. Hicimos memoria de una lucha vecinal reciente que quiso llamar la atención sobre un modelo de ciudad que abraza el turismo al mismo tiempo que da la espalda a las necesidades de personas que cada vez tienen más problemas en su día a día.

En la puerta del Alcampo nos explicó el modelo de urbanización que diseñó Desiderio Pernas y desde ese punto fuimos a la iglesia de San Martín de Coia. En esa parada repasamos la historia de un territorio ya habitado desde hace muchos siglos y seguimos mirando al pasado más remoto en Castro Castriño. Estábamos ya cerca de las dos horas de paseo y no encontramos mejor cierre que sentarnos en una terraza del barrio para reponer fuerzas y compartir alrededor de una mesa lo paseado.

¡Hasta la próxima escuela!

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