Éramos baladrinas sin saberlo

Los aniversarios acostumbran venir cargados de recuerdos, por eso vamos a aprovechar estos 40 años de Baladre para hacer un repaso por la historia de Coia. La idea es mirar atrás para seguir -en el futuro- alimentando dinámicas transformadoras.

De las “leiras” a los bloques

Resulta difícil imaginar que la actual Coia –barrio vigués de unas 35.000 personas que con el crecimiento de la ciudad ha pasado de ser un polígono en el extrarradio a estar perfectamente integrado en la estructura urbana– llena de coches, calles y edificios, hasta hace pocas décadas fue una de las muchas parroquias1 rurales de Galicia. Y si nos sumergimos aún más en la historia, descubrimos que esconde un rico pasado: desde un pequeño poblado prehistórico hasta una Coia medieval en la que vivía y moría gente, a tenor de los restos funerarios encontrados.

Fue a finales de los años 60 cuando esa Coia tradicional desaparece. La antigua parroquia es devorada por un polígono de viviendas surgido en el contexto de las políticas de desarrollo de la dictadura. Dentro de las lógicas del tardofranquismo, la clase trabajadora de Citroën o de los astilleros necesitaba de hogares en los que pasar su tiempo cuando no estaban en sus puestos de trabajo. De la noche a la mañana, las máquinas hicieron acto de presencia en aquella Coia rural, entre la incredulidad y el desconocimiento de sus habitantes: llegaba “el progreso”. El Plan Parcial de Coia de 1963 decretaba la expropiación de fincas rústicas y su conversión en suelo residencial. Varias décadas después, aquellos días son recordados con profundo dolor por las viejas moradoras. Las máquinas sepultaron las formas de vida tradicionales para llenar de torres de edificios y asfalto las nuevas calles dispuestas para sus nuevos moradores, la mayoría llegados de aldeas del rural gallego.

Viviendo en comunidad

Con los años Coia fue conocido por ser uno de esos barrios en los que las luchas de sus vecinas consiguieron hacer de su entorno un lugar más habitable a pesar de reconversiones industriales, paro, heroína, cárcel… Pero para muchas, nuestra construcción mental sobre el barrio arrancaba de unos mitificados años 80 de movimiento asociativo, de esfuerzos colectivos por conseguir un entorno mejor, de droga en la calle… Se idealizó esta época como el arquetipo de la lucha colectiva, de la dialéctica entre tejido social y poder, de rebelarse ante las injusticias. Parecía como si nada hubiera existido antes de los 70. Nada, ni gente, ni casas, ni leiras.

Las historias de habitantes de la vieja Coia sirvieron para resituarnos a nivel mental, para poder mirar hacia atrás descubriendo nuevas perspectivas y nuevos enfoques sobre el barrio, de los que pudimos extraer dos grandes conclusiones. Por un lado comprendimos que las luchas vecinales de los años 80 estaban ocupando mucho espacio en la escena, quizá de una manera desproporcionada, arrinconando, silenciando e invisibilizando una realidad social que previamente ya existía, y que también sufría ante los cambios de su ecosistema natural. Y por otro que las luchas de los años 60, de los 80 o de la actualidad siguen siendo las mismas y contra el mismo enemigo. Cambiaron los actores, se transformó el escenario, pero el guión es el mismo.

Para muchas, parte de ese movimiento vecinal giró alrededor de la parroquia del “Cristo da Vitoria”. Dominicos y dominicas llegaron a un barrio lleno de carencias en años en los que la Teología de la Liberación ofrecía inspiración y prácticas que desde Latinoamérica hablaban de formas de hacer iglesia desde lo popular, con la comunidad en el centro. La “parro” fue, para varias generaciones, escuela de aprendizajes esenciales para la vida, además de punto de encuentro y espacio desde el que articular multitud de acciones en el ámbito de la acción social. En la “parro” conocimos a muchas personas y grupos que nos inspiraron y que acompañaron/acompañamos en luchas diversas. En uno de esos encuentros, propiciado por las colegas de GAS, conocimos a gentes de Baladre y nos enteramos que en Coia algunas éramos baladrinas.

Punto de información en Coia

Algunas llevábamos tiempo enredadas más allá del barrio. Sin duda “Precarias en Loita” fue un espacio en el que varias participamos en los inicios de los dosmiles y en el que adquirimos muchos aprendizajes a través de la lucha y la relación con gentes de distintas tradiciones. Animadas por Precarias y con el bagaje/cultura de la “parro” arrancábamos en 2007 con la Oficina de Dereitos Sociais de Coia (ODS-Coia). Empezamos abriendo las tardes de los lunes una sala de los locales parroquiales con la voluntad de sumar fuerzas en la defensa de unos derechos cada vez más recortados. Esta tarea se complementaba con campañas de denuncia, participación en charlas/formaciones y con una ventana en internet en la que volcar información sobre ayudas sociales, noticias, convocatorias, acciones…

Entendíamos la ODS-Coia como un espacio desde “el que intercambiar información alternativa sobre ayudas sociales, denunciar y visualizar el dolor infringido por el poder, y organizar luchas y resistencias desde abajo por medio del apoyo mutuo”. A principios de 2013, sin saber muy bien cómo, empezó una dinámica diferente y muy positiva: comenzamos a reunirnos en asambleas abiertas quincenales en las que participábamos codo a codo personas muy maltratadas por la escasez de recursos y otras –las menos– interesadas por el tema de lo social, que desenvolvían principalmente su militancia en la parroquia y en el barrio. Posteriormente, se fueron incorporando otras personas: de la PAH, de movimientos sociales, de partidos, personas a título individual, con ganas de hacer cosas…

Se creó una asamblea muy numerosa y constante en la que encontramos las fuerzas, los apoyos, los afectos y las razones necesarias para hacer frente al creciente empobrecimiento que acosaba en forma de insuficiencia de recursos, cortes de luz o agua, desahucios, violencia institucional… Esto conllevó mucha actividad: actos de calle, reuniones (con partidos, sindicatos, responsables políticos, ONG…), fiestas, formación, elaboración de escritos… En aquellos tiempos escribíamos (ahora también lo haríamos) que “nuestro fin o aspiración es cambiar estructuralmente las cosas desde lo común y para lo común, y en ese sentido abogamos por la implantación de una renta básica que permita una real redistribución de la riqueza y que garantice que todas podamos vivir con dignidad”.

Eran tiempos del 15M y pasada aquella efervescencia las fuerzas comenzaron a escasear y las asambleas desaparecieron quedando el trabajo en el punto de información a cargo de un grupo más reducido. A modo de spin-off podríamos hablar de la lucha vecinal en la rotonda en oposición al gasto que suponía instalar un barco en la glorieta. En una de las asambleas de los martes de la ODS-Coia alguien dijo que había leído en la prensa que querían gastar una millonada en meter el Bernardo Alfageme en la rotonda de Castelao. Eran semanas en la que cansaba/cabreaba escuchar por parte del concello que no había dinero para política social y de repente esto. Allí hablamos de poner cuerpos para impedirlo. No sabíamos que meses después aquella conversación desbordó a la ODS-Coia y que en una rotonda íbamos a pasar muchas horas bajo el lema “Non pode ser o barco na rotonda e a xente sen comer”. Esta historia que aquí esbozamos se puede conocer con más detalle en el corto de Oliver Garvín titulado “O barco na rotonda”.

Otro hito importante para la ODS-Coia fue la publicación, a finales de 2015, de la “Guía de Axudas Sociais”. Inspiradas por el trabajo de las compas de Berri Otxoak nos pusimos en la tarea de poner en papel el saber, la información recogida en años de actividad. Las presentaciones que hicimos de este material por Galiza, junto a textos sobre Renta Básica de las iguales, nos sirvieron para conocer muchas realidades y tejer innumerables relaciones.

En 2023, tras años de menor actividad, cerramos. Acabamos para empezar otras luchas.

Baladre pasa la cuarentena

Baladre han sido sobre todo muchas personas, que no enumeraremos para no olvidarnos de nadie, que hemos sentido siempre muy cercanas. Familia a pesar de que en muchos casos los lapsos de tiempo en los que hemos coincidido han sido muy breves. Eso da igual, cuando nos juntamos hablamos una lengua, mejor dicho muchas, que comparte códigos y que nace de lugares parecidos.

Traemos unas letras de Pedro Casaldáliga para acabar este texto:

“Al final del camino me dirán: -¿Has vivido?
¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres”.


Notas

Tenemos que explicar a los lectores que no son de Galicia que el término “parroquia” tiene una doble acepción: por un lado el término puramente eclesiástico de uso cotidiano, pero por otro se refiere a una entidad administrativa básica en el territorio gallego (que se correspondería con la “freguesía” portuguesa). Así, un término municipal gallego está constituido por varias parroquias (administrativas) que no tienen porqué coincidir necesariamente con las parroquias (eclesiásticas) que pueda tener el lugar. Esta excepcionalidad en realidad es un fósil viviente de la demarcación territorial de comienzos de la Edad Media: en el siglo VI d.C. Martiño de Dumio elabora su “Parrochiale Suevorum” dividiendo el territorio de la Gallaecia sueva en diócesis, parroquias, y distritos. Quince siglos después, continuamos utilizando una estructura administrativa que hunde sus raíces en el medievo.

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