Protesta y sobrevive

Centro Social Módulo Azul, Morón

Desde 1992, el Módulo Azul (o Centro Social Julio Vélez, como también se le conoce a partir de 1996) es el modo en que la gente acabó nombrando una nave abandonada por el antiguo INEMsobre terreno municipal— que un grupo de adolescentes okupamos aquel octubre, cuando la Expo de Sevilla cegaba con sus destellos a buena parte de la población andaluza al tiempo que las políticas sociales y relativas a la juventud brillaban por su ausencia en Morón de la Frontera.

De casi todo hace más de 30 años ya. Hoy el Módulo es unos espacios comunitarios para la creación cultural, la participación política y la defensa de derechos sociales, y sede de colectivos de teatro, sindicales y movimientos ciudadanos de base. La autogestión, el apoyo mutuo y la asamblea abierta sigue siendo la pauta de nuestra toma de decisiones y organización. Y la economía social transformadora como referente frente a la capitalista y mercantilizada.

Desde hace tres años es el hogar de la compañía de teatro “La Periférica”, que ha convertido una de las alas del edificio en el “Teatro del Bufón”. Además, el centro social está equipado con un bar con terraza y un huerto comunitario.

El Módulo Azul tuvo una primera etapa en que se intentó compaginar vivienda y centro social. Con solo 199 m2 disponibles, pronto comprobamos las dificultades de tal convivencia y apostamos por la actividad contracultural, política y lúdica.

Un payaso insumiso y malabarista inauguró el programa de actividades con un taller de zancos. Como una metáfora de la vida, subirnos en aquellas maderas de Almazara Teatro nos sirvió para alcanzar una perspectiva mayor de la realidad sin perder contacto con la tierra y comprender, a la par, que hay que estar en movimiento, aunque solo sea por mantenerte en pie.

Cualquiera sabe que para lograr caminar con zancos lo primero que se aprende es a caer. Saber caer para que el daño no te quite las ganas de volver a intentarlo.

Al taller de zancos siguieron conciertos, debates, obras de teatro, manifestaciones, pintadas, jornadas, exposiciones, campañas, talleres, etc. que se sucedían con el entusiasmo de los dieciocho años. La banda de hardcore punk Disturbing Foresights (Holanda) fue la primera entre las que nos visitaron esos primeros años, luego llegaron Rotten Heads (Málaga), Los Muertos de Cristo (Utrera), Apártate ke piso Mierda (Guadalajara), El Corazón del Sapo (Zaragoza), Kruel Circus (Marbella), Alloraralaiglesia (Valencia), K.N.O (Mérida), Razones para Actuar y Bored Way (Madrid), Viktor*s Hofnarren (Suiza)… Hicimos un local compartido de ensayo para bandas locales por donde pasaron: Desde los más sucios rincones de nuestros oscuros corazones, 1RPM, Frutos Secos, Anti-Human, Brutal Incineration, entre otras.

La primera manifestación que convocamos (enero de 1993) fue contra el racismo y la xenofobia, a raíz del asesinato de Lucrecia Pérez a manos de un grupo de fascistas. La misma Guardia Civil y el delegado del gobierno de Madrid atribuyeron desde el primer momento la autoría del crimen a grupos de extrema derecha, ligados a algunos elementos policiales. “Mañana tú puedes ser el inmigrante” fue el lema de cabecera y al término de la manifestación, hubo teatro de calle y una intervención de Sevilla Acoge en el Módulo.

Poco después hicimos una buena pegada de carteles (imposible olvidarnos del tamaño y el contraste de color amarillo y negro) que nos trajeron unos compañeros de Sevilla ligados a otro centro social, Cruz Verde. Tuvimos que comprar bastantes paquetes de cola para pegarlos todos, porque eran muy grandes, aunque guardamos alguno que nos ha acompañado más de una década en el centro social. Soñábamos con participar en la Marcha contra el Paro y la Pobreza de Valencia a Madrid y soñábamos con el concierto. Nunca habíamos visto en directo todas esas bandas que escuchábamos casi a diario.

Nos volcamos en el trabajo antimilitarista y las campañas de insumisión en que nos involucramos. Algunas mujeres estaban más implicadas que los propios insumisos. En buena medida conseguimos introducir en nuestro pueblo el debate sobre la defensa: qué hay que defender, cómo, quiénes. Hay que tener en cuenta que, desde 1953, vivimos cerca de una Base militar aérea con presencia norteamericana y española.

Protesta y sobrevive”. Entonces no nos interesaba la participación política institucional y electoral ni conseguir poder municipal en nuestro ayuntamiento. Acertadamente o no, siempre hemos querido protegernos de la intromisión de partidos políticos en este espacio con su consecuente manipulación para fines particulares y sectarios. En un acto que tuvo lugar en la nave principal del Centro Social en 1999, Eduardo Galeano dijo de nosotros: «Me encanta que se llame Julio Vélez un Centro que concentra a varias organizaciones de lo que un amigo chileno llama el ejército de los mosquitos contra el rinoceronte del poder. Organizaciones a las que también podríamos llamar los músculos secretos de la sociedad civil […] Esas lindas energías que se oponen a una reducción de la vida al consumo y a la violencia; una concepción de la vida que identifica ser con tener, ahora cualquier necio confunde valor y precio, tratados como estamos las personas y los países como mercancía. Y condenados también a una cultura de la violencia que se ha universalizado a partir de la certeza de que el prójimo no es una promesa sino una amenaza, la idea de que el otro es un peligro, y hay que armarse, hay que golpear antes de que te golpeen, matar antes de que te maten».

Baladre no era un colectivo o coordinadora totalmente desconocida en Morón. Aunque el dossier “Si el INEM te kema, kema el INEM” fue una lectura compartida en el Módulo, y la cinta del concierto contra la guerra de Mikelin 91 se puso muchas veces aquí, la primera vez que pusimos cara a las gentes de Baladre fue en Pedrera, septiembre de 2000.

Una caseta con trabajo voluntario que montábamos durante la Feria de Morón era entonces la vía de ingresos fundamental para desarrollar nuestra acción política. Una tarde quedamos para valorar el trabajo, presentar cuentas, comer juntos, compartir las ganas de vivir… y alguien propuso continuar la celebración en Pedrera, donde se había organizado un concierto en solidaridad con el pueblo saharaui. Allí nos encontramos un puesto de material alternativo. Un compañero preguntó el precio de una camiseta, aquella de “Si no hubiera privilegios, no habría miserias”, firmada por Zambra. Como no le alcanzaba para pagarla, llegaron a un acuerdo de intercambio: nuestro compañero dio una parte de dinero y su camiseta del Centro Social Julio Vélez antes de enfundarse la de Zambra y seguir bailando alegre y contento.

Probablemente fuera ese encuentro el inicio de una larga relación que nos ha alimentado con mayor o menor intensidad durante todos estos años. Mucho antes, en 2004, celebramos el I Encuentro Andaluz sobre Derechos Sociales organizado por CRAC (Cádiz), Colectivo Módulo Azul (Morón), SOC-MR, Ecologistas en Acción, Gaia y Plataforma Sierra de Morón, Baladre y CGT-Andalucía.

Una relación de trabajo y afectiva en la suma de esfuerzos y voluntades que, en lo reciente, se renueva con la acogida en el Centro Social de la Escuela de Movimientos Sociales Ramón Fernández Durán en 2022.

Se ha dicho que lo que se interpone en el camino se convierte en el camino. Está claro que la lucha por mejorar nuestras condiciones de vida nos ha hecho ser las personas que somos.

También quienes te facilitan el camino se convierten en compañeros y compañeras de viaje. Y eso es lo que, por fortuna, nos sucede con Baladre en este pueblo de la baja Andalucía.

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