Baladre como excusa

Amanda Maya

La primera vez que escuché de Baladre fue leyendo Viaje al corazón de la Bestia. Este libro apareció en mi vida gracias a una biblioteca de un centro social okupado de Madrid, el CSOA Casablanca…y gracias al compartir de sus protagonistas pude viajar a través de cada palabra a esos otros nortes para conocer de cerca a las otras y aprender cómo la gente organizada de allá trataba de generar redes de apoyo mutuo con el ingrediente de la horizontalidad como forma de entender la solidaridad y acción social.

Tardé tiempo en volver a escuchar hablar de Baladre…que por aquel entonces se enmarcaba dentro de la idea de editorial autogestionada cuyos libros acaban en bibliotecas de centros sociales…

Fue antes de la Caravana Abriendo Fronteras cuyo destino sería Canarias, cuando me enteré de la existencia de la Escuela de Acción Social Crítica y Transformadora que organizaba… ¿Baladre?

Ya no entendía nada… ¿editorial, equipo formativo, colectivo?

Al vivir la escuelita entendí que Baladre era una nebulosa de gente maja tratando de reflexionar sobre las desigualdades y el sufrimiento social, psíquico, político que conllevan…

analizando desde las prácticas cuál es la manera más humana de acercarse a estas realidades que nos atraviesan y que atraviesan a las otras. Poniendo patas arriba las teorías y recomponiéndolas desde el discurso de las otras, las marginadas, desde abajo.

Sentí que estaba en familia, que al fin mis inquietudes y malestares sobre la “academia de lo social” no caían en saco roto… y que para ello no necesitaba parapetarme en un discurso militante que a veces utiliza conceptos demasiado polarizados para defenderse frente a la hidra.

Baladre son personas afines, que entienden ese “mundo social” desde un lugar mucho más cercano, con cuestionamiento constante del lugar que ocupamos, los roles, los rangos, el poder al fin… que es inherente a la especie humana…

y que en las relaciones de acompañamiento o apoyo se pone aún más de manifiesto y cuyo pedestal tenemos que derribar si queremos construir relaciones más sanas en un mundo que merezca la pena ser vivido.

Baladre como excusa para juntarse.

Baladre para seguir apoyando la edición de libros que remuevan conciencias.

Baladre para apoyar la creación de radios libres y comunitarias.

Baladre para enredar y enredarse.

Baladre para no olvidar que somos interdependientes, que nos necesitamos las unas a las otras para seguir el arduo camino de la resistencia y la lucha frente a la desigualdad.

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