Hay formas de estar que cuidan y reivindican

Aurelio

Hay formas de estar en el mundo que cuidan y reivindican al mismo tiempo. Baladre es una de ellas. Iniciativas de autogestión en barrios, publicaciones cañeras, movilizaciones que patean carreteras y pueblos, que aturullan a los centros de poder de una pequeña ciudad, en Madrid o en Bruselas si se pone a tiro. Resistencia ante la agresividad insultante del capitalismo, voceros de la Renta Básica de las Iguales, con feminismo y con Pimienta. Paseantes de activistas de California, Berlín, Buenos Aires, Salamanca o de cualquier lugar con energías para discrepar, para buscar alternativas de vida.

La baladrina quemando kilómetros, los círculos de personas compartiendo experiencias, debatiendo, comiendo y bebiendo juntas. Gentes que vienen y van. Otra publicación nueva. Unos tíos desnudos subidos a un tejao. Alambique, Parque Alkosa, Ruth, Koldobi, Emiliano. Puntos de Información y Denuncia. Berri Otxoak, La Orotava, el Toni y un entrañable mapuche. Un puesto para vender libros en la entrada de un Congreso. La baladrina ha tenido una avería. Zibechi y Montevideo. Escuela de Acción Social Crítica. El día en que José Iglesias se le apareció a San Pablo y debatieron sobre el derecho a la Renta Básica. Vamos, La Polla Records en directo.

Periódicamente, desde hace más de 30 años, gentes de Baladre se dirigen a las personas que estudian trabajo social en Cuenca. Muy jóvenes en su mayoría. Y lo que escuchan no les deja indiferentes. Kike, Virginia, Azahara junto con muchas otras se han movido por el Barrio de San Antón, al que le han imprimido un toque baladrino al mismo tiempo que ellas se han sanantonizado. Vecinas, estudiantes, activistas y oportunistas, todas han ocupado los espacios que dan vida colectiva a un barrio, han cambiado la imagen que el resto de la ciudad tenía de él y reforzado la dignidad de las personas que viven allí.

Baladre es una red social física, tangible, que te da abrazos y besos mutuamente aceptados y agradecidos. Hay quien nos llama perroflautas, con intención despectiva, cuando en realidad, los perros y las flautas nos gustan más que las corbatas y los maletines. Ahora bien, tú sales de una reunión o encuentro baladrino, te pones a hablar con familiares, vecinas, amigas y compañeras de trabajo y te ponen una cara “mu rara” porque hablas mucho de anticapitalismo, patriarcado, apoyo mutuo, antimilitarismo, insumisión y objeción fiscal, ecologismo, renta básica de las iguales y de utopías posibles.

Pues que se sigan enterando. Más allá de las pantallitas de nuestros móviles, de las redes sociales, de las series de Netflix, de los infinitos campeonatos de futbol, y de las vacaciones exprés en un piso de alquiler, en un resort con pulserita o un crucero popular, hay un mundo en el que los ricos se transforman en oligarcas, las guerras se encadenan sin siquiera llegar a finalizar, mientras las industrias de armamento prosperan sin límites, inventando engendros del demonio.

La demanda de todo tipo de energías sigue en aumento, se calienta el planeta y se secan los acuíferos. La rapiña compite con la solidaridad. A veces, parece que va ganando ¿o es que está ganando? Los Estados a duras penas saben frenar la desigualdad creciente. Los votantes ponen a los zorros para que vigilen al gallinero. En un descuido, en un momento de vacilación, los derechos de las mujeres se derrumban de un plumazo. La corriente de personas que emigran al Norte es ya impresionante. A todas horas hay gente en los caminos, en el mar, frente a las vallas. Porque en el mundo actual —y en el que nos están diseñando—, “vayas donde vayas, hay vallas”. Esa es la política social de las personas que nos dirigen: construir muros, instalar barreras, hacer más altas las vallas de las fronteras y de las zonas residenciales, generar guetos, vigilar.

La salud mental del personal cada vez está más afectada.

Un lujo para los traficantes de drogas por lo legal. Se piden más psicólogas, para “tratarnos”, pero no se cuestiona el estilo de vida que nos deprime, que nos hace adictos, agresivos, individualistas, competitivos, estresados e infelices. Vivir para cuidar las unas de las otras, para cuidar del entorno y de nosotras, sin arrasar con todo lo que se te pone a tiro, sin ser un depredador, es una buena base para que no te asalten los trastornos mentales. También ayuda mucho que puedas tener las necesidades básicas cubiertas con dignidad. La usurpación de esos objetivos tan básicos nos indignaba. Ahora, nos enferma.

Todas estas ideas se mueven y vibran por la red baladrina.

Durante cuarenta años. Y tal como va el mundo, seguirá siendo necesaria esa vibración. Deseo con fuerza que sea para construirun mundo donde seamos más iguales y humanos.

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